Oh dulcísima María
sacra emperatriz del cielo,
concebida y sin la mancha
de nuestros Padres primeros.
Llena de Gracia y Pureza,
desde el instante primero,
de su ser inmaculado,
criada del Ave Eterno.
A ti Señora rendidos,
pedimos todo este pueblo,
que nos miréis con piedad
con amor benigno y tierno.
María llena de gracia
por tu sagrada Pasión,
siendo tú pura y sin mancha
y Madre del Redentor.