GOZOS EN HONOR A LA SANTA CRUZ
Prendedme de vuestros clavos, preciosísimo madero.
Sea alabado mil veces / El Santísimo Madero / De la Cruz, en que obró / Jesús, el remedio nuestro.
Y la sagrada pasión / De Redentor tan supremo, / Que siendo Dios se humanó / Para redimir a su pueblo.
Y bendito los dolores / De la Reina de los cielos, / Que como piadosa Madre / Le acompañó en los tormentos.
Así sea por los siglos, / Y de los siglos eternos, / Para que así para siempre, / La Santa Cruz adoremos.
Amén, oliva preciosa, / Amén, escogido cedro, / Amén, encumbrada palma, / Ciprés de la Iglesia excelso.
Amén, árbol de la vida, / Amén, hasta que en el cielo, / Por siglos y eternidades, / Tus alabanzas cantemos.
Salve, escala de Jacob, / De pecadores consuelo, / Por donde el arrepentido, / Ha de subir hasta el cielo.
Salve, muy preciosa vida, / Y de Dios amado centro; / Pues el licor de su viña / Lo entregó a mi alma y mi cuerpo.
Salve, fructífera oliva, / Luz de la paz, y medio / Que aplacas de un Dios airado, / Los enojos más severos.
Salve, milagrosa nave, / Que al tímido pasajero; / Cercado el bermejo mar, / Lo llevas a feliz puerto.
Benditas adoraciones, / Cruz bendita, te ofrecemos, / Pues no tiene el cielo más / Que los que en tus brazos vemos.
Tú eres la insignia y señal / Del cristiano verdadero, / Tú nos guardas y defiendes / De los enemigos nuestros.
Salve, Santísima Cruz, / Salve, dulcísimo leño, / Árbol cuyo fruto es Cristo. / Mi Redentor verdadero.
Salve, levantada palma / Que te elevas a los cielos, / Laurel y triunfo feliz / Del Hijo de Dios eterno.
Salve, cedro misterioso / Tálamo y florido leño / En cuyos brazos Jesús / Durmió de la muerte el sueño.
Salve instrumento sonoro / Donde el Cisne más supremo / Entonó dulces canciones / Al morir por mi remedio.
Salve arca soberana, / Que encierras el gran misterio / Del purísimo tesoro, / De todo el mundo remedio.