Rosario de la Aurora

RELOJ DE LOS TORMENTOS DE JESÚS Y LAS LÁGRIMAS DE MARÍA

Instituyó nuestro Señor Jesucristo el Santísimo Sacramento.

Oh Virgen Madre de Dios, que comulgasteis dignamente aquel mismo Hijo que trajiste nueve meses en vuestro vientre purísimo: alcanzadme pureza de corazón para recibirle en mi pecho.

Oró el Señor en el huerto y sudó sangre.

Oh Virgen Santísima, por la suma aflicción que padeció vuestro Hijo en este paso, sed servida de ayudarme y confortarme en todas mis aflicciones.

Fue el Señor entregado por Judas y preso por los soldados.

Oh Virgen María, por las prisiones cruelísimas que arrastraron a vuestro Hijo por las calles de Jerusalén, alcanzadme la gracia de Dios, me lleve siempre, aunque sea arrastrando en seguimiento de la divina voluntad.

Llevó el Señor una cruel bofetada.

Oh Virgen Madre de Dios, por el honor ofendido de vuestro Hijo, os suplico con ansia que nunca consintáis que yo llegue a injuriarle con culpa grave.

Fue el Señor condenado a muerte por Caifás y los sacerdotes.

Oh Santísima Señora, por la impía sentencia que dio Caifás contra vuestro Hijo, sed mi abogada para que su Majestad no pronuncie contra mi la sentencia que merecen mis culpas.

Dieron muchas bofetadas a Jesús y le escupieron en su divino rostro.

Oh dolorosísima Virgen, por la paciencia increíble con que vuestro Hijo se dejó injuriar de gente tan vil, alcanzadme paciencia y gusto de llegar a ser injuriado por su amor.

Cubrieron con un velo el rostro del Señor, y dándole golpes le decían por escarnio: adivina quién te dio.

Oh Madre amantísima, ya que en aquella noche hicieron los hombres tanta burla y mofa de vuestro Hijo, hombre y Dios, alcanzadme que yo siempre le estime, le ame y adore de todo mi corazón.

Fue el Señor negado por San Pedro.

Oh Virgen María, por el sentimiento que tuvo vuestro Hijo, que viéndose negado de un discípulo que especialmente amaba: haced que, pues el Señor me ama tanto, nunca lo niegue con las obras.

Cantó el gallo, puso el Señor los ojos en San Pedro, y comenzó a llorar.

Oh Virgen Madre, por lo mucho que os consolaron las lágrimas de San Pedro, alcanzadme del Señor, lágrimas verdaderas de contrición.

Se confirmó la sentencia de muerte que de noche habían dado los fariseos.

Ruego oh Virgen María, por el dolor que os causó esta inicua sentencia, que no consintáis que Dios confirme la sentencia de condenación que contra mi han dado ya mis pecados.

Fue el Señor remitido a Poncio Pilato.

Virgen Santísima, por la paciencia con que sufrió vuestro Hijo ser juzgado de Pilato: alcanzadme que yo nunca tema los juicios de los hombres, sino solamente a los juicios de Dios.

Fue el Señor enviado a Herodes, y reputado por loco.

Oh Santísima Reina, por la injuria que hicieron a vuestro hijo, vistiéndole de blanco como a loco, siendo la sabiduría eterna del Padre, enseñadme a sufrir, aunque todos hagan burla de mí.

Fue el Señor públicamente azotado.

Virgen Amantísima, mirad a vuestro Hijo delicadísimo cruelmente azotado, y todo deshecho en sangre, pido os que no consintáis que yo renueve sus azotes con mis pecados. 

El Señor es coronado de espinas.

Oh Afligidísima Madre, por la cruel corona que atravesó la cabeza de vuestro Hijo, concededme traiga siempre en mi cabeza una continua memoria de sus penas y martirios.

Salió el Señor al Monte Calvario con la cruz sobre sus hombros.

Oh Afligidísima Señora, por la espada de dolor que os traspasó el corazón cuando encontrasteis a vuestro Hijo cargado con la cruz: concededme que sepa pesar bien este beneficio de morir Cristo por mí.

Fue el Señor extendido y clavado en la Cruz.

Oh Virgen Angustiadísima, que vos visteis estar crucificando con tanta crueldad a vuestro Hijo: clavad en mi corazón un vivo sentimiento de su muerte y de mis pecados.

Fue el Señor levantado en la cruz en el Monte Calvario.

Puesto de rodillas adoraré a Jesús crucificado, y consideraré que el Señor, lleno de aflicción y amor, me mira y me dice: Hijo mío, muero de este modo por tu amor, mira cuanto te amo.

Perdonó al buen ladrón, y pidió perdón a su Eterno Padre por los que le crucificaron.

Oh Madre Santísima, por la bondad de vuestro Hijo, os pido que, pues fui tan desgraciado que lo crucifiqué, sea también del número de los perdonados.

Encomendó el Señor al evangelista Juan a su Madre, y a su Madre a San Juan.

Oh Virgen Madre de Dios, acordaos que vuestro Hijo os hizo madre de pecadores, más ya que hasta aquí he sido pecador, alcanzadme que desde ahora sea buen hijo vuestro.

Expiró el Señor en la Cruz.

Oh Virgen Purísima, por la espada de dolor que traspasó vuestro corazón en esta hora: clavad en mi alma un dolor vivo de haber sido la causa de esta muerte, para que ella me aproveche.

Abrieron con una lanza el pecho del Señor, y salió sangre y agua.

Oh Señora y Madre mía, por la cruel lanza que traspasó el costado de vuestro Hijo: haced que su muerte afrentosa me hiera siempre y traspase el corazón.

Depusieron al Señor de la Cruz en los brazos de la Señora.

Virgen Señora, por la pena que afligió vuestra alma cuando visteis en vuestros brazos el sagrado cadáver ensangrentado de vuestro Hijo: dadme una viva compasión de sus tormentos.

Fue el Señor sepultado, acompañándole su Santísima Madre.

Suplico os, Virgen Santísima, que, así como sepultasteis a vuestro Hijo en su sepulcro de piedra: hagáis de esta piedra de mi corazón, sepulcro en que depositáis a mi Señor.

Retirose la Señora al cenáculo a sentir la ausencia y pérdida de su Hijo.

Oh Dolorosísima Madre, por la inexplicable pena que tuvisteis en la falta de vuestro Hijo: dadme un vivo sentimiento de tantas veces como lo he perdido.

Llevó el Señor una cruel bofetada.

Oh Virgen Madre de Dios, por el honor ofendido de vuestro Hijo, os suplico con ansia que nunca consintáis que yo llegue a injuriarle con culpa grave.

Fue el Señor condenado a muerte por Caifás y los sacerdotes.

Oh Santísima Señora, por la impía sentencia que dio Caifás contra vuestro Hijo, sed mi abogada para que su Majestad no pronuncie contra mi la sentencia que merecen mis culpas.

Dieron muchas bofetadas a Jesús y le escupieron en su divino rostro.

Oh dolorosísima Virgen, por la paciencia increíble con que vuestro Hijo se dejó injuriar de gente tan vil, alcanzadme paciencia y gusto de llegar a ser injuriado por su amor.

Cubrieron con un velo el rostro del Señor, y dándole golpes le decían por escarnio: adivina quién te dio.

Oh Madre amantísima, ya que en aquella noche hicieron los hombres tanta burla y mofa de vuestro Hijo, hombre y Dios, alcanzadme que yo siempre le estime, le ame y adore de todo mi corazón.

Fue el Señor negado por San Pedro.

Oh Virgen María, por el sentimiento que tuvo vuestro Hijo, que viéndose negado de un discípulo que especialmente amaba: haced que, pues el Señor me ama tanto, nunca lo niegue con las obras.

Cantó el gallo, puso el Señor los ojos en San Pedro, y comenzó a llorar.

Oh Virgen Madre, por lo mucho que os consolaron las lágrimas de San Pedro, alcanzadme del Señor, lágrimas verdaderas de contrición.

Fue el Señor entregado por Judas y preso por los soldados.

Oh Virgen María, por las prisiones cruelísimas que arrastraron a vuestro Hijo por las calles de Jerusalén, alcanzadme la gracia de Dios, me lleve siempre, aunque sea arrastrando en seguimiento de la divina voluntad.

Oró el Señor en el huerto y sudó sangre.

Oh Virgen Santísima, por la suma aflicción que padeció vuestro Hijo en este paso, sed servida de ayudarme y confortarme en todas mis aflicciones.

Instituyó nuestro Señor Jesucristo el Santísimo Sacramento.

Oh Virgen Madre de Dios, que comulgasteis dignamente aquel mismo Hijo que trajiste nueve meses en vuestro vientre purísimo: alcanzadme pureza de corazón para recibirle en mi pecho.

Retirose la Señora al cenáculo a sentir la ausencia y pérdida de su Hijo.

Oh Dolorosísima Madre, por la inexplicable pena que tuvisteis en la falta de vuestro Hijo: dadme un vivo sentimiento de tantas veces como lo he perdido.

Fue el Señor sepultado, acompañándole su Santísima Madre.

Suplico os, Virgen Santísima, que, así como sepultasteis a vuestro Hijo en su sepulcro de piedra: hagáis de esta piedra de mi corazón, sepulcro en que depositáis a mi Señor.

Depusieron al Señor de la Cruz en los brazos de la Señora.

Virgen Señora, por la pena que afligió vuestra alma cuando visteis en vuestros brazos el sagrado cadáver ensangrentado de vuestro Hijo: dadme una viva compasión de sus tormentos.

Se confirmó la sentencia de muerte que de noche habían dado los fariseos.

Ruego oh Virgen María, por el dolor que os causó esta inicua sentencia, que no consintáis que Dios confirme la sentencia de condenación que contra mi han dado ya mis pecados.

Fue el Señor remitido a Poncio Pilato.

Virgen Santísima, por la paciencia con que sufrió vuestro Hijo ser juzgado de Pilato: alcanzadme que yo nunca tema los juicios de los hombres, sino solamente a los juicios de Dios.

Fue el Señor enviado a Herodes, y reputado por loco.

Oh Santísima Reina, por la injuria que hicieron a vuestro hijo, vistiéndole de blanco como a loco, siendo la sabiduría eterna del Padre, enseñadme a sufrir, aunque todos hagan burla de mí.

Fue el Señor públicamente azotado.

Virgen Amantísima, mirad a vuestro Hijo delicadísimo cruelmente azotado, y todo deshecho en sangre, pido os que no consintáis que yo renueve sus azotes con mis pecados. 

El Señor es coronado de espinas.

Oh Afligidísima Madre, por la cruel corona que atravesó la cabeza de vuestro Hijo, concededme traiga siempre en mi cabeza una continua memoria de sus penas y martirios.

Salió el Señor al Monte Calvario con la cruz sobre sus hombros.

Oh Afligidísima Señora, por la espada de dolor que os traspasó el corazón cuando encontrasteis a vuestro Hijo cargado con la cruz: concededme que sepa pesar bien este beneficio de morir Cristo por mí.

Abrieron con una lanza el pecho del Señor, y salió sangre y agua.

Oh Señora y Madre mía, por la cruel lanza que traspasó el costado de vuestro Hijo: haced que su muerte afrentosa me hiera siempre y traspase el corazón.

Expiró el Señor en la Cruz.

Oh Virgen Purísima, por la espada de dolor que traspasó vuestro corazón en esta hora: clavad en mi alma un dolor vivo de haber sido la causa de esta muerte, para que ella me aproveche.

Encomendó el Señor al evangelista Juan a su Madre, y a su Madre a San Juan.

Oh Virgen Madre de Dios, acordaos que vuestro Hijo os hizo madre de pecadores, más ya que hasta aquí he sido pecador, alcanzadme que desde ahora sea buen hijo vuestro.

Perdonó al buen ladrón, y pidió perdón a su Eterno Padre por los que le crucificaron.

Oh Madre Santísima, por la bondad de vuestro Hijo, os pido que, pues fui tan desgraciado que lo crucifiqué, sea también del número de los perdonados.

Fue el Señor levantado en la cruz en el Monte Calvario.

Puesto de rodillas adoraré a Jesús crucificado, y consideraré que el Señor, lleno de aflicción y amor, me mira y me dice: Hijo mío, muero de este modo por tu amor, mira cuanto te amo.

Fue el Señor extendido y clavado en la Cruz.

Oh Virgen Angustiadísima, que vos visteis estar crucificando con tanta crueldad a vuestro Hijo: clavad en mi corazón un vivo sentimiento de su muerte y de mis pecados.